La amenaza que representaba el Frente Amplio
con sus ideas estatistas y de controles de precios, se había alejado de las
elecciones pasadas, pero una vez más tenemos un gobierno que ha virado a la
izquierda, alineándose con gobiernos como Argentina, Venezuela y Ecuador. El
deseo del presidente, Luis Guillermo Solís, es un gobierno con inclusión
social, lo cual es válido, pero por la experiencia de este tipo de gobiernos,
no ha funcionado, ni funcionará.
Los gobiernos mencionados han predominado en
una fuerte participación del Estado para hacer crecer sus economías, esto en
macroeconomía se llama: “Políticas fiscales expansivas”, pero ¿cómo es eso? Los países pueden crecer a través de un mayor
consumo, un mayor gasto del sector público, un aumento de la inversión, sea
nacional o extranjero, un aumento de las exportaciones y las importaciones. Los
países mencionados no confían en la inversión directa extranjera, por su
ideología: “marxista-leninista”; desprecian el aporte de esta inversión en sus economías,
lo que provoca un aumento del gasto del sector público hacia transferencia, vía
subsidios y estatizan empresas que, una vez que llegan a ser parte del Estado,
aplican controles de precios, como lo hizo Venezuela y Argentina. Estas
políticas económicas funcionan en el corto plazo, pero no en el largo, ya que
una vez que se agoten los recursos, entrarán en ciclos recesivos como lo
estamos viendo ahora.
Cómo piensa
el Gobierno. De acuerdo con
las últimas medidas del Gobierno, puedo inferir que se pretende una
participación más activa de parte del Estado, para incentivar el gasto del
sector público y así aumentar más recursos a sectores mercantilistas de la
economía, como el agropecuario. Prueba de ello, es que se pretende reactivar el
Consejo Nacional de Producción (CNP) y dotar con más recursos al sector
agropecuario, lo cual está bien, pero dentro de ese “saco” entran grandes
productores mercantilistas que no han hecho nada por ser eficientes y han crecido
a costa de los consumidores con aranceles altos y medidas proteccionistas. Casos
así, se evidencian en los reportajes sobre el caso del sector arrocero, uno de
los más ricos del país, tiene un arancel del 35% y un monopsonio – un solo
comprador -, para la importación del grano (CONARROZ) que bajaba el precio a
nivel internacional, pero en Costa Rica nunca bajaba.
El Gobierno del presidente Luis Guillermo Solís, está estudiando la
adhesión a la Alianza para el Pacífico (APEC), sin embargo, ha mostrado un interés
por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), por la
integración hacia Centroamérica, es decir, tiene un enfoque más Cepalino del
modelo de sustitución de importaciones, liderado por un economista argentino Raúl
Prebisch, quien en la década del 70, decía que los males de América Latina giraban
en torno a la relación centro-periferia que ejercía EUA sobre las economías; también influenciado por
Eduardo Galeano y su libro “Las Venas abiertas de América Latina”. Entonces,
deberíamos dejar de importar de EEUU y otros países del norte, y producir los
productos manufacturados que anteriormente se importaban para el mercado
interno, fijando aranceles altos a la importación. Este modelo fracasó y muchos
países tuvieron problemas por implementarlo.
La reciente renuncia de Gabriela Llobet a la
Coalición de Iniciativas de Desarrollo (CINDE), nos demuestra que sus ideas no
encajaban con el nuevo gobierno, que no cree mucho en la apertura comercial y
la atracción de inversión directa extranjera.
Cuáles
son los próximos pasos. El gobierno pretende incentivar el crecimiento
de la demanda interna, como bien lo ha dicho el Ministro de la Presidencia, en
una entrevista que dio al Semanario el Financiero del 29 de setiembre al 5 de
octubre del presente año, y cito textualmente: “Nosotros creemos que al CNP hay
que mejorarlo, reorganizarlo, darle una plataforma empresaria totalmente. Como
se lo he dicho, de la misma forma en que Cinde, Procomer y Comex se han metido
como plataformas para hacer mercado a esas empresas. A veces esto me preocupa.
El sector empresarial costarricense no se hizo competitivo solo. Lo logró con
crédito estatal, con plataformas como Comex, Cinde, Procomer. Entonces las
condiciones para el otro motor (el de pequeños y medianos) deben crearse. Eso
es lo que nos preocupa”.
Una vez más, el enfoque Cepalino del Desarrollo
se asoma en la Costa Rica que era el pequeño gigante de Centroamérica, donde
nos envidiaban Panamá, Honduras, el Salvador y Guatemala, por la enorme
inversión directa extranjera que llegaba al país: un promedio de dos mil
millones de dólares anuales. Hoy, esa inversión se está yendo, como el caso de
Intel, Bank of América, Textilera Carter
y Yanber, que en promedio han despedido a 4500 personas entre hombres y mujeres
jefas de hogar.
Que Dios
nos agarre confesados. Los que decían que el nuevo gobierno no tenía
un rumbo, estaban equivocados, claro que lo tiene, el modelo de desarrollo es
de crecimiento hacia adentro, modelo caduco de los años 70, más conocido como
el modelo de sustitución de importaciones, que desprecia el aporte de la
inversión directa extranjera. Este modelo tiene su partida en el célebre libro
de Eduardo Galeano: “Las venas abiertas de América Latina”, que es la biblia de los académicos de izquierda de
nuestro país. Galeano se arrepintió de haber escrito ese libro, según comentó,
porque no sabía nada de economía…
Espero por el bien de todos nosotros, que el
gobierno rectifique su camino y no se parezca algún día a la Venezuela de
Maduro o la Argentina de Cristina,
gobiernos donde la ideología (marxista-leninista), tiene preponderancia sobre
la teoría económica.
Coincido plenamente en la inclusión social,
pero no en la manera que lo piensa llevar a cabo el Gobierno, porque todo
modelo de inclusión debe tener tres pilares: aumento de capital, (nacional o
extranjero), aumento de la educación superior y técnica, aumento de la
tecnología. Cuando logremos aumentar estos tres cimientos, tendremos el mejor
modelo de desarrollo en Costa Rica. La consigna sería: primero crecemos y
después repartimos…, pero como ya no habría pobres, por el modelo de inclusión,
porque la gran mayoría de la población sería educada, capacitada y con buenos
salarios, entonces no haría falta el modelo asistencialista que pretende el
presidente Luis Guillermo Solís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario