Ante las últimas noticias de la salida de
empresas manufactureras del país es
importante tomar en consideración dos conceptos muy importantes: el de la
ventaja absoluta y el de la ventaja comparativa.
La ventaja absoluta se obtiene cuando una
empresa puede producir los productos más baratos y eficientes que los de la
competencia. La ventaja comparativa es
cuando una empresa logra cierta especialización y logra producir eficientemente
por el menor costo de oportunidad lograda por la especialización que puede ser
por la innovación, educación entre otros.
Actualmente, Costa Rica ha ganado ventaja
comparativa en la producción de productos de alta tecnología, como los
dispositivos médicos, ventaja que se obtiene debido a la mano de obra
calificada con que cuenta el país, así como por la especialización y la
innovación de los productos. Sin embargo, ha perdido la ventaja absoluta que se
tenía en la producción de bienes manufacturados, ya que estos han empezado a migrar
hacia Guatemala, el Salvador, Vietnam y Nicaragua debido a los altos costos de
electricidad en el país, la existencia de monopolios, la tramitología, los
altos aranceles y sobretasas arancelarias y los costos de los fletes de
exportación. Es decir, ya no tenemos una ventaja absoluta en los productos
manufacturados industriales como la industria textil, la fabricación de
alimentos, la fabricación de “snacks”, entre otros.
Con todo, la inversión en educación que ha
realizado el país está dando sus frutos, pues la parte de investigación y
desarrollo de las empresas se queda en el país, lo que atrae nuevas empresas debido
a la calidad de la mano de obra, sobre todo en cuanto a las ingenierías y las
ciencias administrativas. Esto porque este tipo de mano de obra es el que no
pueden obtener en los otros países de Centroamérica.
El gobierno debe hacer todo lo humanamente
posible para que las empresas no continúen saliendo; es decir, debe bajar el
precio de la electricidad y el de los aranceles, romper monopolios y bajar los
costos en los trámites de exportación. Pero, todavía más importante, seguir
invirtiendo más en educación, sobre todo en la educación universitaria de
calidad: aumentar los cupos de estudiantes en la universidades públicas (esto
puede lograrse privatizando los bancos del Estado para que sean más eficientes
y menos corruptos, y que con el dinero producto de la privatización puedan así abrirse
más cupos en las universidades). Todo esto con el objetivo de formar el recurso
humano que requieren las empresas de la industria de alta tecnología, y con
ello aumentar la ventaja comparativa que tenemos en educación y especialización
de mano de obra.
Es importante que el gobierno cambie el rumbo
en su política económica, que el INA, por ejemplo, tenga una mayor presencia en las zonas rurales
para capacitar a los pobladores en biotecnología, electrónica, mantenimiento
industrial; es decir, la mano de obra que va a necesitar la nueva economía del
conocimiento. Lo extraño es que, a pesar de esto, el nuevo ministro de agricultura sigue
pensando en reactivar el agro, el cual ha perdido preponderancia en el nuevo
PIB, rumbo equivocado, desde mi punto de vista.
Ha llegado la hora de cambiar. Si queremos
seguir creciendo para tener una ventaja comparativa en educación e innovación
debemos seguir invirtiendo más en ella y, lo más importante, preparar nueva
mano de obra capacitada. No más obreros, sino técnicos calificados para
enfrentar los nuevos retos.