En una economía mixta coexisten dos tipos de empresas: la
empresa pública y la empresa privada. La primera pertenece al Estado -principal
accionista- y es administrada por los burócratas de turno. La segunda, en
cambio, es administrada por los accionistas de la empresa y busca maximizar los
beneficios y minimizar los costos.
Adam Smith, el padre de la economía moderna, nos decía “que
el Estado debe ser pequeño pero fuerte, en donde se recaude bien los impuestos
para poder brindar buena educación, buena salud, buena administración de
justicia, la defensa nacional, y el resto de las actividades que lo haga la
empresa privada”. Con esto lo que nos quería decir es que el Estado no se debe
de llenar de empresas que muchas veces son elefantiásicas y mal administradas.
Ineficiencia
económica. El modelo
de administración de las empresas del sector público no se rige por un
principio básico que sí conocen las empresas privadas: maximizar beneficios y
minimizar costos. Estas, al no tener que rendir cuentas por pertenecer
justamente al Estado, es decir a todos los habitantes de la nación, carecen del
control que existe en la empresa privada. Como resultado, sucede que muchas
veces los gobiernos de turno terminan por nombrar a los militantes del partido
–cual botín de guerra- en puestos de gobierno para compensarlos por el apoyo
(“pega banderas”) recibido durante la campaña política. Así, comienzan a llenar
de personas las empresas públicas, las
cuales muchas veces comienzan a volverse ineficientes al tener que cargar con
tantos empleados. Un ejemplo de esto es el caso de Petróleos de Venezuela (PDVSA)
que, desde que entró Hugo Chaves al poder, ha incrementado su planilla en un 600
% mientras que su producción se ha reducido a la mitad.
Asimismo, al ser muchas de estas empresas monopólicas, no tienen competidores
directos, y el precio que cobran por sus productos o servicios están protegidos
por el mismo, es decir, cobran lo que les da la gana. Eso, por supuesto, les
permite pagar esas frondosas planillas, reduciendo las utilidades y las
posibilidades de inversión.
Corrupción.
Otro cáncer que
afecta a las empresas del sector público es la corrupción. Al ser “públicas” se supone que son de todos,
pero, al mismo tiempo, no son de nadie. Por
esta razón, los políticos que llegan a
la junta directiva y a las gerencia de estas empresas comienzan a operar en
beneficio propio con el afán de enriquecerse, ya que su paso por ellas será muy
corto (en algunos gobiernos será de cuatros años, en otros de cinco o seis años).
Como ejemplos de casos de corrupción tenemos el de Petrobras en Brasil y PEMEX
en México.
En el caso de Costa Rica, también existen casos como los de
ICE-ALCATEL y CAJA-FISCHEL, ambos muy sonados en la sociedad costarricense. Pues
bien, estos casos se dan muchas veces porque los partidos de turno nombran a
dedo a sus funcionarios en las juntas directivas de las empresas del sector
público.
Solución. ¿Cómo solucionamos este problema
ya común en varios países de América Latina y que, en
países como Puerto Rico, tiene a muchos monopolios del sector público, sobre
todo del sector de la luz y el agua, con
fuertes problemas de endeudamiento? Recordemos a Adam Smith, economista escocés
que se adelantó a su tiempo: el Estado debe ser pequeño pero fuerte. Mi opinión
es que aquellos países que tienen mayoritariamente empresas del sector público
ineficientes y elefantiásicas las privaticen, y que el dinero que se obtenga de la privatización sea invertido en educación,
salud, infraestructura, para así mejorar
la competitividad del país. Se trata de actividades que son inherentes a un
Estado pequeño pero fuerte, tal como proponía
Adam Smith.
La empresa privada crea riqueza y empleos; es la que genera
la mayor cantidad de empleos en el mundo, no los gobiernos. Fomentemos el
emprendedurismo y la innovación en nuestras universidades para poder aumentar
la creación de nuevas empresas de base tecnológica, y al mismo tiempo atraer
inversión extranjera directa. Una vez que mejoremos nuestro nivel educativo,
nuestras carreteras, puertos y aeropuertos, y tengamos un Estado más eficiente
centrado en la optimización de las habilidades de sus habitantes en procura de mejorar
su calidad de vida y de generar buenos empleos, es cuando logremos ser
finalmente ¡un país desarrollado!
Publicado en el periódico la República el 17 de septiembre del 2014.
https://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=533320596
Publicado en el periódico la República el 17 de septiembre del 2014.
https://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=533320596
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