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domingo, 18 de marzo de 2018

La dictadura de la fe pretende gobernar Costa Rica


En noviembre de 2017 el entonces candidato Fabricio Alvarado apenas aparecía con un 3% de intención de voto en las encuestas. El 9 de enero de 2018 el gobierno publica la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a favor del matrimonio igualitario en Costa Rica, la cual desde entonces se convierte en el  caballo de Troya de este candidato, cuyo discurso incendiario en contra de la homosexualidad y a favor de la familia tradicional consiguió la adición de las comunidades evangélicas y conservadores del país. Semanas después, el candidato se reúne con el expresidente Oscar Arias Sánchez, luego de lo cual  asegura que  nunca afirmó que salirse de la CIDH fuera la primera opción, aun a pesar de lo manifestado en diferentes medios de comunicación. De esta manera, el candidato evangélico por el partido Restauración Nacional se estrena con su primera mentira, actuando en contra de toda norma que indica que un cristiano no debe mentir.
Ahora bien, ¿los electores que votaron por él en la primera ronda, y que no creen en el matrimonio igualitario, le darán acaso su voto otra vez a pesar de que su sentencia de salirse de la CIDH no es ya una opción válida? Sin duda, este exabrupto cargado de ignorancia y hecho a la medida de su afán por conseguir votos lo pone en una situación difícil porque pareciera ser que este podría ser el fin de su discurso. Por un lado, su plan de gobierno es limitado, pues ni siquiera convocó a un equipo de profesionales para hacerlo – algo difícil de imaginar en alguien que pretende ser presidente de un país. Esto demuestra que el candidato nunca se imaginó tener tal protagonismo, y solo presentó  un plan a modo de requisito, pero sin la rigurosidad que sí demostraron otros partidos políticos de la contienda. Por otro lado, se sabe que el déficit fiscal es el problema más serio del país, pero en su programa de gobierno solamente presento dos páginas con propuestas por demás risibles, como un médico que pretende curar un cáncer a punta de acetaminofén. Esto por solo mencionar un ejemplo.
La dictadura de la Fe. El liderazgo de las iglesias evangélicas se basa en que solo el pastor tiene voz y voto, por lo que no se puede cuestionar su interpretación de la biblia. Cosa muy diferente ocurre en una democracia o una junta de gobierno, donde sí está permitido disentir. Esto puede verse cuando el candidato ordena a sus diputados electos que no presten declaraciones, y en las actitudes dictatoriales de filtrar las preguntas de la prensa. Y peor aun cuando sale un video en donde su mentor el “apóstol” Rony Chávez se dio un autogolpe a su propia directiva de su iglesia para quitar la junta directiva e instaurar un gobierno teocrático según el.
Votar por Fabricio Alvarado sería un gran salto al vacío. Tomando en consideración que su escaso plan de gobierno no tiene lo necesario para poder solucionar los problemas del país, aunado a la poca preparación del candidato, y no solo en relación con sus estudios formales, sino en cuanto a su experiencia en el gobierno, pues no es lo mismo ser diputado que miembro del poder ejecutivo, lugar desde donde se tiene que decidir sobre asuntos políticos, económicos, ambientales, etc.,  votar por Fabricio Alvarado sería un gran salto al vacío.  Ojala este tipo de personas que se creen seres iluminados y capaces de imponer decisiones sobre las de los demás no logren ser gobierno en Costa Rica.